Los seres humanos no sólo dejan su huella en la naturaleza cuando están vivos, sino también después de muertos, puesto que los cuerpos en descomposición alteran la química del suelo, advirtió este miércoles un grupo de científicos.
Según un artículo del diario mexicano Debate, nuestros cadáveres, enterrados o incinerados, filtran hierro, zinc, azufre, calcio y fósforo al suelo. Son nutrientes esenciales, pero las prácticas funerarias humanas implican que estos elementos se concentren en cementerios, en vez de repartirse en la naturaleza de manera uniforme, según este nuevo estudio. Esto significa que, en algunos lugares, puede haber demasiados nutrientes para las plantas y los animales, mientras que en otros no hay suficientes.
Los cuerpos humanos contienen, además, elementos nefastos como el mercurio presente en los empastes dentales.
"A menudo se pueden distinguir muy bien las huellas de los cuerpos en descomposición en el suelo, esas huellas persisten durante mucho tiempo, desde siglos hasta milenios". dijo Ladislav Smejda, de la Universidad Checa de Ciencias de la Vida, en Praga, quien participó en el estudio. Los efectos se notarán cada vez más a medida que se entierren más cadáveres, aseguró Smejda desde Viena, donde presentó la investigación durante un encuentro de la Unión Europea de Geociencias.
"Lo que hacemos hoy con nuestros fallecidos afectará al medioambiente durante mucho, mucho tiempo", quizá no sea un problema desde nuestra perspectiva actual, pero con la creciente población mundial podría convertirse en un problema apremiante en el futuro", avisó.
Smejda y un equipo de científicos analizaron los elementos químicos del suelo en cementerios y en lugares donde se dispersaron cenizas mediante una espectroscopía de rayos X.
También estudiaron esqueletos de animales para medir el impacto teórico de una antigua práctica denominada "excarnación", en la que los cadáveres se dejan descomponerse al aire libre.
En los tres casos, el suelo contenía concentraciones de elementos químicos "significativamente" más altas que en los alrededores, explicó Smejda.
Si no hubiera cementerios, los restos humanos, al igual que los animales, se distribuirían de forma aleatoria, y los nutrientes que liberan podrían ser reutilizados "una y otra vez, en todas partes", dijo el investigador a la AFP.
Pero concentrarlos en determinados lugares "es algo que puede considerarse como antinatural. Es un impacto humano, estamos cambiando los niveles naturales", aseguró.
Ahora la pregunta es la siguiente: "¿Podemos encontrar una mejor idea para repartir esos elementos necesarios en espacios más amplios?", añadió Smejda.
"Por supuesto hay posibilidades de inventar, desarrollar y poner en práctica nuevas formas de entierros humanos o nuevos tratamientos menos perjudiciales para el medioambiente, más ecológicos", destacó.
El científico reconoció, no obstante, que el tema es "tabú" para muchos, ya que las prácticas funerarias están profundamente arraigadas en la cultura y la religión.
Los seres humanos no sólo dejan su huella en la naturaleza cuando están vivos, sino también después de muertos, puesto que los cuerpos en descomposición alteran la química del suelo, advirtió este miércoles un grupo de científicos.
Nuestros cadáveres, enterrados o incinerados, filtran hierro, cinc, azufre, calcio y fósforo al suelo. Son nutrientes esenciales, pero las prácticas funerarias humanas implican que estos elementos se concentren en cementerios, en vez de repartirse en la naturaleza de manera uniforme, según este nuevo estudio.
Esto significa que, en algunos lugares, puede haber demasiados nutrientes para las plantas y los animales, mientras que en otros no hay suficientes.
Los cuerpos humanos contienen, además, elementos nefastos como el mercurio presente en los empastes dentales.
"A menudo se pueden distinguir muy bien las huellas de los cuerpos en descomposición en el suelo, esas huellas persisten durante mucho tiempo, desde siglos hasta milenios". dijo Ladislav Smejda, de la Universidad Checa de Ciencias de la Vida, en Praga, quien participó en el estudio.
Los efectos se notarán cada vez más a medida que se entierren más cadáveres, aseguró Smejda desde Viena, donde presentó la investigación durante un encuentro de la Unión Europea de Geociencias.
"Lo que hacemos hoy con nuestros fallecidos afectará al medioambiente durante mucho, mucho tiempo", quizá no sea un problema desde nuestra perspectiva actual, pero con la creciente población mundial podría convertirse en un problema apremiante en el futuro", avisó.
Smejda y un equipo de científicos analizaron los elementos químicos del suelo en cementerios y en lugares donde se dispersaron cenizas mediante una espectroscopía de rayos X.
También estudiaron esqueletos de animales para medir el impacto teórico de una antigua práctica denominada "excarnación", en la que los cadáveres se dejan descomponerse al aire libre.
En los tres casos, el suelo contenía concentraciones de elementos químicos "significativamente" más altas que en los alrededores, explicó Smejda.
Si no hubiera cementerios, los restos humanos, al igual que los animales, se distribuirían de forma aleatoria, y los nutrientes que liberan podrían ser reutilizados "una y otra vez, en todas partes", dijo el investigador a la AFP.
Pero concentrarlos en determinados lugares "es algo que puede considerarse como antinatural. Es un impacto humano, estamos cambiando los niveles naturales", aseguró.
Ahora la pregunta es la siguiente: "¿Podemos encontrar una mejor idea para repartir esos elementos necesarios en espacios más amplios?", añadió Smejda.
"Por supuesto hay posibilidades de inventar, desarrollar y poner en práctica nuevas formas de entierros humanos o nuevos tratamientos menos perjudiciales para el medioambiente, más ecológicos", destacó.
El científico reconoció, no obstante, que el tema es "tabú" para muchos, ya que las prácticas funerarias están profundamente arraigadas en la cultura y la religión.
La Sala de la Cámara de Diputados aprobó la idea de legislar sobre el proyecto de Ley de Educación Superior, luego que la Comisión ad hoc había rechazo esta instancia, y tras el compromiso del Gobierno de enviar en el segundo semestre un proyecto que eliminaría el CAE. Este se convirtió en punto de conflicto con diputados del Partido Comunista y en tema de discordia con la CONFECH. ¿Y qué pasará con otras materias de la Reforma a la Educación Superior, como la que afecta a Universidades Estatales, las del G 9 y las Privadas? ¿Cómo pretende el Ejecutivo aprobar uno de los proyectos emblemáticos de la Nueva Mayoría en momentos en que la coalición de Gobierno vive complejos comentos por su candidatura presidencial?
En efecto, las indicaciones enviadas por el Gobierno se refieren al proyecto que se encuentra en tramitación, y se limita a regular aspectos institucionales, como la creación de la Subsecretaría de Educación Superior y la Superintendencia de Educación Superior, así como la modificación del Sistema Nacional de Aseguramiento de la Calidad y la regulación del financiamiento institucional para la gratuidad, manteniéndose el aporte Fiscal Directo a las Universidades del Consejo de Rectores. No obstante -y así la Ministra de Educación lo indicó en reiteradas ocasiones- el título VI del proyecto sobre la Educación Superior Estatal “pasará a ser un nuevo proyecto de Ley”, dejando en suspenso justamente los puntos de conflicto en los cuales el Ejecutivo no ha encontrado acuerdo con variados actores de la Educación Superior.
El contexto lo dice todo. La Red de Universidades Públicas No Estatales (G9) ya había manifestado su preocupación ante la división del proyecto. El rector de la UC de Valparaíso, Claudio Elórtegui se opone a la iniciativa que entregaría prioridad a las Universidades Estatales, y manifestó su temor por el futuro del CRUCH, señalando que “con este proyecto, el Gobierno se convierta en el sepulturero del Consejo de Rectores”. Por su parte, el Rector de la PUC, Ignacio Sánchez, adelantó que “queremos ver cuánto va hacia la ley de Universidades Estatales y cuánto queda en la Ley de Reforma, porque esperamos que esto no sea sólo una reforma para las Universidades Estatales, esperamos una reforma sistémica”, afirmó, coincidiendo con el Rector de la UC del Maule, Diego Durán quien fue tajante: “haber desmembrado el proyecto, entiendo que se hace para que pueda tener algún tipo de salido, pero es un peligro, porque pierde el carácter sistémico que tenía el anterior”.
El Rector de la Universidad de Chile, Ennio Vivaldi, indicó que “si hay voluntad en el Parlamento para trabajar una Ley para las Universidades Estatales, nosotros vamos a estar ahí… creemos que en Chile no hay Universidades que cumplan con los estándares, y también creemos que hay esfuerzos para evitar que eso ocurra”. En tanto, el rector de la Universidad de Valparaíso y Vicepresidente del CRUCH, Aldo Valle ha instado a “fortalecer la institucionalidad pública”, y precisó que estarán a la espera del proyecto de Universidades Estatales que debiera ingresar al Congreso en mayo.
Fuertes reparos de la CONFECH, dudas en Diputados del Partido Comunista, rechazo de los Parlamentarios de la UDI y RN. ¿Y qué dirá el Colegio de Profesores? Lo cierto es que la Reforma quizás más emblemática de la Presidenta Bachelet, aquella que pretendía dar respuesta a las demandas estudiantiles, que toman fuerza con la denominada revolución pingüina, tendrá su debate en el Congreso justo cuando se inicia el momento político más álgido ante las próximas elecciones presidenciales y parlamentarias. La Nueva Mayoría, base de apoyo para aprobar las Reformas del Gobierno, enfrenta importantes divisiones en lo político-electoral, lo que redundará en la votación de cada uno de los diputados y senadores ante proyectos del Ejecutivo que podrían convertirse en auténticas monedas de cambio.
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