Hace poco, varios personeros del Partido Comunista han tenido entredichos en función de sus bienes y prácticas. Se trata de entredichos que pueden parecer fútiles, pero tienen una trascendencia mayor, aplicable a la política en general.
El más notorio fue el protagonizado por el líder de los trabajadores de la salud municipal, Esteban Maturana, quien fue acusado de poseer un automóvil BMW con un valor superior a los 50 millones de pesos. Maturana admitió la adquisición, y la justificó señalando que era el único lujo que se había dado en su vida.
Otro hecho lo protagonizó la diputada Camila Vallejo, quien acudió a la C
ámara con su hija, argumentando que no le alcanzaba para pagar una cuidadora, y lo justificó diciendo que después de todos sus gastos le quedaban solo 2 millones y medio de pesos. La retahíla no se hizo esperar en redes sociales.En el caso de Maturana, es entendible que sea su único lujo en la vida y que (como defendió la doctora María Luisa Cordero) más allá de esa escapadita, sea una buena persona y un excelente dirigente. Y en el de la parlamentaria, que se le haga corto el sueldo que le queda.
Pero sería entendible si no militaran en el partido en que militan y no profesaran una ideología que reniega del capitalismo y sus vicios y que reivindica los esfuerzos de una clase trabajadora que vive con el sueldo mínimo.
Lo que se critica, por lo tanto, es la inconsecuencia, esto es, la distancia entre lo que se dice y lo que se hace, la vara diferente con que miden a los demás y con la que se miden a s
í mismos.En política no se puede jugar con la consecuencia, igual que en la vida. El Partido Comunista lo ha hecho por mucho tiempo, como parte de la Nueva Mayoría, del mismo modo que sus representantes y personeros en los casos mencionados. Han sido parte del gobierno, pero al mismo tiempo han azuzado los movimientos sociales en beneficio partidario; han participado en las políticas públicas y simultáneamente las aportillan desde las calles; están con el Ejecutivo, pero después votan en su contra en masa en el Congreso.
Esa inconsecuencia equivale al lujito de Esteban Maturana. No se puede servir a dos amos, reza el refrán que se aplica perfectamente a este caso. No se puede tener escapadas de discurso según la conveniencia: si quiere disfrutar de los lujos capitalistas, no milite en el PC, así de simple. Si quiere refregarle a los ciudadanos que no le alcanza con 2,5 millones de pesos para vivir, no milite en el PC. Si quiere movilizar a la gente contra el gobierno de la Nueva Mayoría, no milite en el PC. Así de simple.
De lo contrario, no se queje de que lo tilden de inconsecuente.
865 muertes de niños y jóvenes en 10 años. ¿Qué habría pasado si esta noticia se hubiera conocido en otro país? Probablemente las más altas autoridades ya habrían renunciado y estarían procesadas.
Porque no se trata sólo de modificar “el Sename”. El Sename no es el problema, es sólo una parte en la ejecución de una política pública. Es un mal ejecutor, pero es sólo uno en la cadena de posibilidades en las que el Estado, como un todo, se encargue de cuidar, acoger y proteger a los niños y menores vulnerables y víctimas de nuestra sociedad.
Hay que partir por entender ello: ya son víctimas. Y ahora, como en David Copperfield, se les entrega a un sistema que además los pone en manos de la muerte, y que los oculta.
La Presidenta ha admitido que el Estado ha fallado, pero no completa el análisis de causa, y en cambio, a la rápida, anuncia una serie de medidas que parchan la situación. Hay más recursos, pero se les entregan a los mismos funcionarios y las mismas autoridades que han formado parte del problema y que no han asumido su responsabilidad de, al menos, negligencia culpable frente a las muertes y su ocultamiento.
¿Y la Unicef? Califica lo que viven los niños como una violación de sus derechos humanos, pero no condena al gobierno de Chile, sino que valora el “esfuerzo” de transparencia. No se pasará el caso a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ni a otras instancias sancionatorias.
En resumen, en Chile puede morir anualmente casi un centenar de niños bajo el cuidado del Estado y no renuncia ninguna autoridad ni hay condena de nadie. No puede ser.