La primera semana de Donald Trump en el rol de POTUS (sigla coloquial con que se conoce al President Of The United States), demostró que las exageraciones de la campaña eran verdad. Que toda la retórica era cierta y parte de una profunda convicción medieval, fanática y ultranacionalista, pero también profundamente capitalista.

En una semana, Trump:

- Eliminó el Obamacare, un sistema de salud básico financiado solidariamente que permitió por primera vez a millones de estadounidenses tener acceso a la salud sin tener que pagar a los prohibitivos seguros privados.

- Sacó a Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico, a pesar de que estaba hecho a la medida de su país y, al ausentarse, deja la puerta abierta a China para asumir un rol más protagónico en el Asia Pacífico.

- Dejó en vilo la sobrevivencia del NAFTA (del que también forma parte Chile).

- Prohibió a las agencias científicas acercarse a la prensa sin permiso de la Casa Blanca. Eso incluye a la NASA y la agencia de protección ambiental, que investigaba los efectos del cambio climático.

- Terminó con la versión en español de la Casa Blanca.

- Inventó, a través de su jefa de prensa, la mentira política y se la bautizó como “verdad alternativa”.

- Reactivó varios proyectos de oleoductos que estaban paralizados por evidenciar potenciales daños al medio ambiente.

El columnista de ElEspañol.com, Enrique Dans, lo manifiesta de manera clara: “Si como candidato le parecía un imbécil peligroso, piénselo de nuevo. Como presidente ya hemos comprobado que no solo lo parecía”.