Les presentamos tres visiones sobre ser progresista, con la esperanza de que tanto el concepto como la identidad del progresismo se dibujen de manera más clara y se pueda dilucidar si corresponde a una idea sobre el Estado, a una concepción de sociedad, a un proyecto histórico, o solo a una tendencia, una sensibilidad o a una posición relativa en torno a temas específicos.
Compártanos su visión.
Marco Antonio Núñez (La Nación, 30 de diciembre de 2009): Ser progresista consiste en mejorar la realidad social, económica y cultural de los ciudadanos, tarea estrechamente ligada a lograr la igualdad de derechos y la ampliación de las libertades de las personas.
Ser progresista significa crear las condiciones para construir una sociedad capaz de asegurar que todos tengan acceso equitativo a las oportunidades del progreso y de la protección social, una sociedad con garantías mínimas exigibles.
Ser progresista significa comprometerse con la creación de un nuevo balance entre el Estado, el mercado y los ciudadanos que nos permita combinar el crecimiento económico, la igualdad de oportunidades, el respeto del medio ambiente y el ejercicio de las libertades.
En otros debates como la defensa de los pueblos originarios, el uso de energías alternativas, la unión civil entre parejas del mismo sexo, la defensa de los trabajadores, la descentralización y la transparencia de las instituciones públicas y privadas descubriremos también subyacentes el conservadurismo y el progresismo.
Rafael Urriola (Fundación Chile 21): “¿Quiénes Son Progresistas? El progresismo es una visión de la sociedad en que queremos vivir; los principios de la convivencia entre sus ciudadanos; las reglas de interrelación entre ciudadanos e instituciones; el respeto de la diversidad y la exigencia de un desarrollo sustentable. La Constitución debe reflejar estos principios... implica mejorar la calidad de vida de la población, desarrollar sus capacidades y potencialidades; contar con un sistema económico que promueva la igualdad a través de la redistribución social y territorial de los beneficios del desarrollo; impulsar la participación efectiva de la ciudadanía en todos los ámbitos de interés público, establecer una convivencia armónica con la naturaleza; garantizar la soberanía nacional, promover la integración latinoamericana; y proteger y promover la diversidad cultural... Los izquierdistas pueden ser progresistas pero no es un sinónimo. El respeto a la diversidad es consustancial al progresismo. No es, como se caricaturiza, una alianza entre “rojos” y “verdes” porque debe superarlos a ambos. Esto incluye aceptar las opciones sexuales diferentes; ideas religiosas personales tan amplias como las que se conocen en la actualidad; acciones culturales asociadas a orígenes étnicos, nacionales o culturales diversos. La condición necesaria es que nadie exija privilegios o subordinaciones que lesionen los principios de los Derechos Humanos y de la Constitución que aspira el progresismo”.
Francisca Gatica / David Jofré / Emily Justin-Szopinski en Cartografía del Progresismo Actual (Universidad Diego Portales, 2010): La libertad individual, la igualdad de oportunidades y el derecho a elegir son los tres pilares de la agenda progresista actual. Para estos autores, los pilares de los progresistas son: ser tan liberal como estatista, su lema es la equidad social, su espíritu es el reformismo y su praxis es la reorganización del capitalismo. Sobre estos cimientos, se ha desarrollado una fuerte vocación por garantizar la autonomía genuina de los sujetos como actores incidentes en la construcción del país. En este sentido, tanto a un progresista identitario, preocupado de su género o clase (según las clasificaciones de Lakoff, 2004), como a un progresista comunitario, preocupado del medio ambiente, los une el supuesto que las personas eligen por sus propios medios al darse cuenta de las cosas y perseguir su interés personal. Todos los progresistas, dice este autor, buscan incorporar en la agenda del país una matriz de energías renovables, la igualdad de los derechos ciudadanos, la protección de los consumidores y una economía basada en la innovación y el emprendimiento. Por otra parte, la teoría suele ligar las demandas de género del progresismo con las ambientalistas, pues el orden androcéntrico que busca reformarse no incluye sólo a las mujeres sino también a la naturaleza (Pozzoli, 2008). El supuesto es que a medida que el modelo occidental se fue globalizando, el desarrollo humano se negativizó hasta violar la integridad de los sistemas orgánicos interconectados e interdependientes, mediante la explotación y la desigualdad (Shiva, 1995).